Difuminar los límites
Necesitamos nuevas formas de concebir nuestro trabajo de cambiar las narrativas.
En su nuevo libro, The Persuaders, Anand Giridharadas entrevista a activistas que enfrentan el reto de formar alianzas que trascienden diferencias de raza, identidad, temática y enfoque. Estas personas reconocen la importancia de trabajar con otros individuos y de crear coaliciones amplias y heterogéneas para lograr victorias políticas y normativas; sin embargo a menudo son tachadas como "vendidas" al enmarcarse cada vez más las diferencias políticas en términos fuertemente moralistas.
Muchos de los que trabajamos en el campo de las narrativas cambiantes también luchamos con cómo colaborar, pero las pequeñas diferencias, como la raza y la ideología, se vuelven insignificantes ante una barrera mucho más infranqueable: los silos temáticos.
Ruth Taylor señala en su artículo Transforming Narrative Waters (Transformar las Aguas de las Narrativas), que para cambiar las narrativas profundas—las corrientes culturales subyacentes a las narrativas más específicas del área temática que trabajamos—es necesario que encontremos una causa común con otros grupos que trabajan en una gran diversidad de cuestiones sociales y medioambientales (como género, clima, justicia racial, salud). Rashad Robinson señala que debemos invertir “en las ideas y los valores que subyacen a nuestras áreas temáticas.”
La mayoría de nosotros reconoce que los distintos temas en los que trabajamos están profundamente interconectados. El informe reciente del Fondo Mundial para la Mujer, The Year in Gender Justice (El Año en la Justicia de Género), lo ilustra a la perfección al relacionar la justicia de género con las luchas medioambientales, los derechos de los trabajadores, la violencia política y muchas otras causas.
No obstante, a pesar de tener este conocimiento, seguimos teniendo dificultades para trabajar de manera transversal. En mi opinión esto se debe en gran parte a que las fundaciones y las organizaciones sin fines de lucro fueron establecidas deliberadamente para trabajar dentro de silos temáticos—y así es como se calcula su presupuesto. El personal de programas se esfuerza por justificar la inversión en esfuerzos narrativos que no dan respuestas directas a su problema específico, por lo que los presupuestos acaban partiéndose y dividiéndose en porciones cada vez más pequeñas. He estado en tantas conversaciones del tipo: “en última instancia, el verdadero problema es el neoliberalismo, pero mis 50.000 dólares deben resolver [el cambio climático en África Occidental/la educación en Brasil/la migración en el centro de España]”. Resulta casi imposible reunir el nivel de recursos necesarios, durante el largo periodo requerido, para lograr un cambio narrativo trascendental y profundo.
En lugar de tratar de parchar el trabajo de diferentes silos, necesitamos crear nuevos tipos de contenedores conceptuales para nuestros conceptos de trabajo y cajas para organizar programas, departamentos y presupuestos que sean intrínsecamente integradores y transversales. Una forma de hacerlo podría ser el desarrollo de estructuras y presupuestos basados en nuestras visiones del mundo que queremos, más que en las injusticias puntuales que intentamos erradicar. En colaboraciones anteriores con el Centro para el Activismo Artístico, he aprendido que cuando las personas piensan más allá del problema inmediato que tratan de resolver, cuando imaginan un mundo en el que ya han triunfado, esas visiones de un mundo justo terminan siendo notablemente similares, independientemente del problema del cual partan.
Debemos convocar a los grupos creativos—artistas, narradore/as, músicos—para que nos ayuden a imaginar nuevas formas integradoras de repensar y reformular nuestro trabajo. IRIS está haciendo justamente eso mediante la creación de redes entre artistas y sociedad civil para elaborar e impulsar nuevas narrativas interconectadas. Para arrancar esto, aquí presento algunos conceptos prometedores. Cada uno de los siguientes símbolos tiene pros y contras que sirven como herramientas conceptuales para integrar nuestro trabajo y permiten la elaboración de presupuestos a gran escala y una reorganización que rompe viejos esquemas. Los presento como punto de partida para la lluvia de ideas y el debate, para ayudarnos a abordar no solo los silos superficiales, sino también las narrativas profundas y dañinas que resuenan en todas nuestras áreas temáticas. ¿Qué otros símbolos cree usted que tengan el potencial de ayudarnos a redefinir los límites de nuestro trabajo?
Respiración: este concepto une cuestiones como la salud (piense en el impacto respiratorio de la Covid-19), el medio ambiente (aire limpio y respirable, calentamiento y enfriamiento), la justicia racial y penal ("no puedo respirar"), y otras. La respiración también está intrínsecamente vinculada a la conexión y el flujo: todos compartimos el aire que respiramos—circula dentro de nosotros y entre nosotros—lo que exhalamos, otros lo inhalan, y viceversa. El cortometraje de animación Breathe, de Marc Silver en colaboración creativa con Amnistía Internacional, ilustra maravillosamente cómo la idea de respirar conecta todas estas cuestiones, al igual que este artículo de la revista New Yorker.
Familia: La idea de la familia como principio organizador de nuestro trabajo puede parecer extraña en un principio porque ya ha sido muy utilizada por los grupos conservadores. Pero organizaciones como Bridges/Puentes están trabajando para recuperar el discurso de la familia y conectarlo con cuestiones de derechos humanos, justicia de género, migración y clima, entre otras—como lo muestra el sitio web Familias: Ahora.
Cuerda (¿o quizás trenza?): Este artículo de Future Crunch ofrece la metáfora de una cuerda como una forma de plantearse el movimiento de la historia, y las maneras en las que se entretejen una infinidad de temas y acontecimientos: “Cada hebra representa una línea individual de la historia, pero están tan densamente trenzadas que es imposible etiquetar una época concreta, o predecir lo que vendrá. Las combinaciones no son aleatorias; algunos patrones parecen surgir continuamente, pero esta gran masa enmarañada hace imposible una caracterización sencilla.” ¿Cómo (re)estructuraríamos nuestras organizaciones, nuestros presupuestos y nuestro trabajo si utilizáramos la idea de una cuerda como principio ordenador?
Hogar: Puede abarcar la comunidad, el país o el planeta, y evocar ideas de pertenencia, sustento y seguridad.Este artículo de The Nation emplea la idea de hogar para entretejer muchas de estas hebras con gran habilidad. El concepto de hogar puede personalizar los relatos de migración y universalizar las luchas comunitarias por la justicia en materia de vivienda, derechos laborales y uso tradicional de la tierra. También se presta al trabajo basado en la localización, que puede obligarnos a ser concretos y específicos, al tiempo que nos permite explorar (y ver más fácilmente) las interconexiones entre las diversas temáticas y abordajes.